Ahí va uno reconociendo los pasos de nuestros antecesores, emocionado, divertido, aceptando juntas la mala y la buena suerte - las patadas y las migajas, como se suele decir - el azar encantador que tiene tantas posibilidades para quien lo merece o posiblemente para el afortunado. Sí... Uno va. Y el tiempo, también va. - hasta que uno percibe al frente una línea de sombra, una advertencia de que la región de la primera juventud, también debe dejarse atrás.